Se puede viajar de manera sostenible, si! si bien no todos tenemos tan incorporado eso de pensar que ‘hay que viajar siendo responsable con lo que nos rodea’ sin que nos de un poco de pereza, puede que sea porque tal vez lo relacionamos con todo aquello que nos limita o no nos deja ser libres en los espacios donde precisamente buscamos eso, libertad. Pero lo cierto es que, si nos paramos un momento a planearlo, no, no es tan difícil y la solución puede pasar por pequeños gestos para llegar a grandes –y curiosas– innovaciones.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) ha comprobado que los turistas pueden llegar a genrar 4,5 gigatoneladas de CO2 a nivel global , un valor que incluye aspectos como transporte, alojamiento y actividades, y que se traduce en que un turista promedio puede generar entre 2 y 6 toneladas de CO2 al año de media. Guau.

Así que, más allá de los básicos con los que ponernos manos a la obra y que no debemos perder de vista para viajar de forma sostenible –como elegir el transporte público en vez del coche personal, usar productos reutilizables, el alquiler de bicicletas eléctricas u optar por trenes en lugar de vuelos cortos– existen cada vez más opciones que reducen, previenen o limitan los impactos en nuestros viajes.

Comencemos por las mochilas. Una vez llenes las maletas de todo tipo de aparatos tecnológicos, también tendrás que pensar en sus cargadores. Si viajas a destinos calurosos como el sur de España, Marruecos, México o Dubái, los solares pueden ser la mejor opción: en tamaño mini, plegables para captar mayor cantidad de sol, o los que combinan batería normal para los días nublados. En cualquier caso, se aconseja ponerlos a la vista durante nuestras marchas: en la mochila o colgados del bolsillo absorberán mucho mejor la luz solar. Podrá ser un elemento sostenible más: en la actualidad ya existen algunas que purifican el aire mientras te mueves. Suena raro, ¿eh? Lo es, pero ya existen marcas como Osprey o XD Design, que usan materiales que eliminan o reducen los elementos contaminantes en grandes caminatas.

Todo puede ser sostenible, incluso la ropa: existen tiendas de campaña ecológicas. Las marcas cambian el plástico por el cáñamo, el lino o el yute, materiales biodegradables que reducen el impacto en la naturaleza.

Pero hay más: también podemos pisar de forma más ligera –y no solo metafóricamente– gracias a las zapatillas biodegradables. Marcas como  Adidas x Parley cuentan con modelos fabricados con lana merina, caña de azúcar o plásticos reciclados recogidos del océano.

La ropa con la que vayamos a pasar el día también es importante en este sentido: Ya han desarrollado chaquetas y sudaderas a partir de residuos textiles o usando rellenos biodegradables alternativos como las flores. Eso sí, el precio es mayor que al que solemos estar acostumbrados a abonar.

Una vez en el destino, la higiene tiene que ser prioritaria y consciente. El champú y el gel de baño sólido de diferentes marcas nos permiten no usar envases plásticos, así como los cosméticos o desodorantes.

Y ahora el alojamiento,  ¿Sabías que existen cabañas autosuficientes? En Jämtland, Suecia, se ofrecen múltiples ‘tiny houses’ que funcionan fuera de la red eléctrica y donde la energía renovable y el reciclaje de agua garantizan una estancia ecológica en plena naturaleza. Más al norte, en las Islas noruegas, Fleinvær, Arctic Hideaway destaca por sus cabañas ecológicas con vistas a las auroras boreales y suministradas con energía solar y eólica –a las que solo se puede llegar en ferry–. Este tipo de refugios no solo promueven la sostenibilidad o el bajo impacto de cada viajero, sino que permiten la desconexión real en paisajes totalmente remotos. ¿No es acaso esto también sostenibilidad?

Lo positivo es que este tipo de contextos sostenibles no solo se dan en los alojamientos situados en entornos remotos, sino también en los resorts de lujo: en la polinesia francesa, a tan solo 50 km de Tahití, The Brando es un enclave exclusivo situado en una isla privada. Además de promover prácticas para conservar flora y fauna, las villas están construidas con materiales locales y respetuosos con el medio ambiente, además de usar energía solar y geotérmica. Y es que como decíamos al comienzo, viajar sin impacto no es una cuestión de renuncia, sino de elección. Cada decisión suma, incluso cuando no tenemos ni idea de cuánto le costamos al entorno a cada paso que damos.